Era una mañana fría de invierno cuando por el desfiladero dos pastores llevan a su rebaño de ovejas ajenos a todo lo que ha acontecido. Durante la noche, a un grupo de pastores, que cuidaban de sus cabras, un ángel del señor se les ha aparecido y les ha anunciado la buena nueva, «el rey del mundo a nacido en un humilde portal seguid a la estrella que hasta él os guiará», mientras tanto, en el pueblo de Belén, al fondo se observa como la vida sigue, un camellero con sus camellos y tinajas viene caminando, otro cargado de leña, al fondo de una calle aparece un simpático personaje con su cabrito en brazos, más a la derecha, tras el arco de entrada a la ciudad , un pastor que viene de la fuente de recoger agua observa que hay más trasiego de lo normal, al fondo dos mujeres hablan de sus cosas ajenas al gran acontecimiento. Por delante del arco, asomado a la barandilla de su casa, otro buen hombre mira que es lo que puede estar pasando, una mujer con cesto de ropa y otro pastor jaula en mano, se dirigen a una gruta de las afueras de la ciudad. Más adelante, un mercader con un camello observa como algo ocurre en esa cueva de pastores, donde rodilla en tierra, se puede observar como dos buenos hombres ya han encontrado al Mesías, apoyado en el regazo de su madre, la misma, como muestra de agradecimiento a la adoración recibida, muestra a su hijo a esos hombres, que realizan ofrendas a ese dulce chiquillo, de pie y en postura protectora, San José que indica a María que ya tiene el fuego encendido, detrás y comiendo para reponerse de la larga noche, la mula la cual antecede a lo que se observa por el orificio que tiene al fondo esa cueva de pastores donde ha nacido el Salvador. Al principio del camino un pastor con sus cabras y de fondo, siguiendo la estrella que los guia, se alzan tres sombras inconfundibles , tres reyes a camello vienen dando los últimos pasos, ya están llegando a belén, ya podrán adorar al niño que ha nacido.
